Mis inicios con la bicicleta y primera vez en el Cerro San Cristóbal

Una vez más intento retomar esto del blog, aunque no sé si realmente "retomar" sea la palabra correcta, pero bueno, acá vamos otra vez. Hace 2 años intenté dar un contexto de lo que me encontraba haciendo, y de que ahora estaba practicando ciclismo de montaña, pero creo que lo que realmente quiero hacer en este preciso instante, es escribir sobre lo que fue para mi comenzar a andar en bicicleta hasta llegar a lo que quiero hacer ahora. Por lo que esta será la primera parte (de no sé cuántas).

Hace ya unos años que descubrí que el deporte es una de las mejores formas (para mi) para mantener un equilibrio y una vida sana (mental y fisicamente). Desde chico que me gustaba andar en bicicleta, pero nunca lo tomé realmente en serio, como lo intento hacer hoy. Recuerdo cuando con mi primo y vecino nos ibamos al "bajo" en Talca, que era un lugar donde podíamos andar por senderos, cruzar ríos, pinchar, pedalear todo el día y vivir la adrenalina de arrancar de los perros, nunca exentos de caídas, pero nada tan grave como para que me volvieran a dar permiso y seguir disfrutando.
Con el tiempo comencé a utilizar la bicicleta como medio de transporte, recorriendo pequeñas distancias por la ciudad de Talca, pero fue en Santiago cuando comenzó a haber un cambio más significativo, mi experiencia como ciclista urbano de una ciudad donde te demorabas 5 minutos en llegar del centro desde tu casa, se vió enfrentada a una donde supuestamente TODOS te quieren atropellar. Por esta razón todo comenzó lento, y realmente fue un proceso de evolución paulatina en todo ámbito. La primera bicicleta que utilicé fue una plegable marca "urban", porque cumplía con todos los requisitos que en ese momento yo mismo establecí "debe ser pequeña para poder entrar con ella al metro", "se debe poder plegar y guardar para no exponerla a que me la roben si la dejo amarrada", "tiene que ser barata". Esto duró aproximadamente 2 meses, que fue el tiempo en el que me di cuenta que el sistema de transporte (micro y metro) valían callampa y no era eficiente recorrer 15 o 20 km con un aro 20, a parte, estar armando y desarmando me hacía perder mucho tiempo. Así que vendí la plegable y me compré una bianchi urbana aro 26 de 6 velocidades. Fue con esta donde comencé a hacer rutas más largas, visitando San José de Maipo o incluso pedaleando hasta Valparaíso. 
Una vez que realicé esa hazaña, quedé con ganas de seguir pedaleando largas distancias y conocí el amado Cerro San Cristóbal, un parque en pleno centro de la ciudad, con una vista amplia, gente que realiza deporte y 5 kms de camino con 500 mts aprox de ascensión hasta la cumbre. 

La primera vez que fui al SC fue con un amigo que anda en bmx, él acostumbraba subir por Pio Nono e intenté seguir el ritmo pensando que sería una subida como cualquier otra, cuando ibamos llegando al sector del hermitaño me di cuenta que no sería fácil, más aún cuando mi amigo se comenzaba a alejar cada vez más, y por más fuerza que hiciera sobre los pedales, lo único que sentía era que mis piernas se estaban quemando por dentro cada vez que se movían y la pendiente incrementaba. De repente la pendiente comienza a disminuir y yo a alcanzar a mi amigo, mis energías vuelven al ver que no estaba tan mal como yo pensaba, y que no había sido tan terrible como había googleado. Esto duró 10 segundos, que fue lo que se demoró en decirme que ibamos en la mitad del camino, que si quería parar un rato para tomar agua y recuperar el aliento. No pude rechazar la oferta y mientras me recuperaba veía como la gente subía sin problemas 2 o 3 veces, gente de todas las edades haciendo esa subida que yo pensaba que me iba a matar y que no era posible que un ser humano pudiera resistir dicho esfuerzo, pero no podía quedarme ahí con el corazón en la mano esperando que mis piernas recuperaran alguna insignificante pizca de fuerza por lo que retomé el ascenso. Sin lugar a dudas el sector que más odié fue el km 4, más conocido como hundimiento, unos 100 mts con una pendiente brutal para un ciclista urbano y una bicicleta de 6 velocidades, por suerte es el último esfuerzo. Después quedan 5 minutos hasta llegar a la cumbre, donde aparte de una hermosa vista al smog de Santiago, puedes comprar el clásico mote. Esta experiencia y emoción de llegar arriba me hizo entusiasmarme y comenzar a subir más veces en la semana, conviertiendose en una rutina post trabajo. Fue ahí donde comencé a relacionarme con otras personas que le apasionaba andar en bicicleta, y eran capaces de subir 4 o 5 veces por el mismo camino, con tal mejorar sus tiempos en la subida. Quienes de una otra forma me motivaron a dar el siguiente paso, comprarme una mountainbike y entrar al maravilloso mundo de los senderos...